miércoles, 10 de septiembre de 2025

Un cuento de bienvenida: "El Bote de los Buenos Propósitos"

Estimados alumnos, maestros y familias: Qieremos daros la bienvenida a nuestro centro y al nuevo curso 2025/ 2026 cargado de ilusión y emociones por ponernos en marcha. Nuevos retos y renovadas ganas para trabajar mucho y de la mejor manera por y para vosotros. Juntos somo un todo para conseguir la mejor educación para nuestra comunidad educativa.

Este año queremos comenzar con una gran historia que refleje lo que queremos conseguir. Asi que... ¡aĺlá vamos!

Comenzaba el nuevo curso y la maestra recien llegada traía el primer día de clase algo grande entre sus brazos.

Los niños la miraban con curiosidad: parecía un casi una pecera, brillante aunque transparente y con algo escrito en letras de colores.

—Queridos alumnos —dijo la maestra sonriendo—, este es el bote de los buenos propósitos. Dentro no hay caramelos ni juguetes, pero va a guardar algo aún más valioso: los sueños que cada uno de ustedes quiere cumplir este curso.

Los niños empezaron a murmurar entre ellos. ¿Un bote para guardar sueños? ¿De verdad funcionaría?

La maestra explicó:
—Cada uno escribirá en un papel un propósito, algo que quiera mejorar o aprender este año, ibcluso sueños por cumplir. Puede ser “leer más cuentos”, “ser amable con mis compañeros”, “atreverme a hablar en voz alta”, o lo que ustedes quieran. Luego doblaremos el papelito y lo meteremos en el bote.

Los niños se entusiasmaron. 

Martina escribió: “Ayudar a mi hermano pequeño con los deberes.”
Hugo escribió: “No rendirme cuando algo sea difícil.”
Lucía puso: “Compartir mas momentos con los niños en el recreo. Que nadie esté nunca solo”
Y así, uno a uno, todos dejaron su deseo dentro del bote.

Pasaron los meses. El bote se iba llenando de papelitos, casi hasta el borde a medio curso, como si guardara infinitos rayos de esperanza.
Cada vez que alguien lograba cumplir un propósito, la maestra lo sacaba y lo leía en voz alta. Entonces la clase aplaudía con fuerza, y todos se sentían orgullosos.

Un día de invierno, uno de los niños levantó la mano:
—Seño, creo que lo del bote funciona. Cuando lo miro, recuerdo mi propósito, y eso me da ganas de seguir intentándolo.

La maestra sonrió.
—El bote no tiene magia… la magia la tenéis cada uno de ustedes, dentro de vuestras ganas de aprender y de mejorar. Ahí está la magia de este bote—. Dijo tocando el bote con su lápiz como si de una varita mágica se tratase.

Al terminar el curso, abrieron el bote para leer lo que habían escrito al principio. Algunos se habían cumplido del todo, otros estaban cumplidos a medias, y unos pocos aún estaban pendientes. Pero nadie se desanimó, porque habían descubierto que los buenos propósitos son como semillas: si se cuidan con esfuerzo y alegría, tarde o temprano florecen.

Moraleja
Los buenos propósitos no se cumplen por arte de magia. Se cumplen con los enormes valores de la paciencia, el esfuerzo, con la empatía y ayuda de los demás. Y cada nuevo curso es una oportunidad para sembrar nuevas semillas de aprendizaje y amistad.





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