1.- ARTURO Y CLEMENTINA:
Cuento dirigido a infantil y primer ciclo de primaria. "Tomar conciencia del papel que la sociedad asigna a las niñas y niños de manera diferente por el hecho de serlo".
Podéis ver el cuento en el siguiente enlace:
http://youtu.be/3pHIAdW-PHs
2.- ROSA CARAMELO:
Cuento dirigido para el segundo ciclo de primaria. "El futuro de cada persona es el que cada persona elige y tiene posibilidad de construir".
ROSA CARAMELO
En el país de los elefantes, había una manada
en la que las elefantas tenían la piel de color rosa caramelo y los ojos
grandes y brillantes. Las elefantitas, desde el día de su nacimiento
permanecían encerradas en un jardín vallado comiendo anémonas y peonías. Estas
flores sabían fatal y no les gustaban nada, pero era la única manera de
conseguir ese bonito color de piel.
Sus papás les decían que si no comían no se
volverían tan rosas y tan suaves como sus mamás y cuando fueran mayores ningún
elefante querría casarse con ellas.
Para parecer
más rosas, les ponían zapatitos color rosa, cuellos color rosa y grandes lazos
rosas en la punta del rabo. Desde el jardín vallado, las elefantitas veían a
sus hermanos y a sus primos, todos de color gris, libres jugando, comiendo
hierbas verdes, duchándose en el río, revolcándose en el loco y haciendo la
siesta debajo de los árboles.
Sin embargo, la pequeña Margarita era la
única que no se volvía ni un poquito rosa, por más anémonas y peonías que
comiera. Su mamá se ponía muy triste y su papá se enfadaba y le regañaba, ella
mordisqueaba un poquito para que papá y mamá estuvieran contentos pero pasó el
tiempo y Margarita no se volvía de color rosa.
Su papá y su mamá fueron perdiendo la
esperanza y llegó, por fin, el día en que la dejaron en paz, entonces Margarita
se salió, muy feliz, del jardincito vallado y se fue con sus hermanos y primos.
Las demás
elefantitas, al principio, la contemplaban escandalizadas, luego muertas de
envidia y, al fin, se decidieron a salir, una tras otra, del jardín vallado.
Después de haber comido deliciosos frutos y de haber dormido a la sombra de los
grandes árboles, ninguna elefantita quiso volver nunca jamás a comer peonías ni
anémonas, a llevar cuellos y zapatitos ni a vivir dentro de un jardín vallado.
Podéis ver el cuento en el siguiente enlace:
http://youtu.be/qqJx-a09dT8
3.- ¿HAY ALGO MÁS ABURRIDO QUE SER UNA PRINCESA ROSA?:
Cuento dirigido al segundo y tercer ciclo de primaria. "Luchar contra los estereotipos de género".
Podéis ver el cuento en el siguiente enlace:
http://youtu.be/tLQYQhiMI4A
4.- EL MALTRATO SUTIL
Cuento dirigido al tercer ciclo de primaria. "Arte y sensibilidad para cambiar el cristal con el que miras tu vida". Invita a reflexionar sobre el origen de los problemas de autoestima.
Podéis ver el cuento en el siguiente enlace:
http://youtu.be/0y9zJ5J2bWA
5.- SUPERLOLA: LA HEROÍNA QUE MÁS MOLA:
Cuento dirigido a infantil y primer ciclo de primaria. Trata sobre la ilusión de una niña por ser lo que ella quiere ser en contra de los estereotipos.
Podéis ver el cuento en el siguiente enlace:
http://youtu.be/LVAfqiVM9qw
6.- UNA BLANCANIEVES DIFERENTE:
Cuento dirigido al segundo y tercer ciclo de primaria. El cuento infantil Blancanieves adaptado a las diferencias de genero, para
fomentar la diversidad y la coeducación.
Podéis ver el cuento en el siguiente enlace:
http://youtu.be/zBkiL6ez1Fg
7.- NI UN BESITO A LA FUERZA:
Cuento dirigido a infantil. Video protagonizado por alumnos y alumnas de 2º de E.P. del CEIP Valle de la Osa. En este cuento se trabaja el abuso infantil.
Podéis ver el cuento en el siguiente enlace:
http://youtu.be/hJVYoO7XDQ0
8.- EL PRÍNCIPE CENICIENTO:
Cuento dirigido a primer ciclo de primaria. Cuento que desmonta los roles típicos de los hombres.
Podéis ver el cuento en el siguiente enlace:
http://youtu.be/suq_0NP_ObE
9.- UNA FELIZ CATÁSTROFE
Cuento dirigido a segundo y tercer ciclo de primaria. Ofrece una visión clásica de los roles del hombre y la mujer dentro del hogar rota por una catástrofe que solo trajo felicidad a la familia.
Podéis ver el cuento en el siguiente enlace:
http://youtu.be/phKnXI01Dz0
UNA FELIZ CATÁSTROFE
Adela Turín y Nella Bosnia
Editorial Lumen
Antes de la catástrofe, la familia Ratón vivía en una modesta
madriguera, entre la cocina y la alacena, en una lujosa casa de un
barrio elegante.
El señor Ratón era un hermoso ratón y estaba orgulloso de sus
bigotes y su buena voz. La señora Flora Ratón, dócil y obediente,
tenía la madriguera ordenada, y a sus niños – Teddy y Toby- y a
sus niñas – Nancy, Nora, Nelly, Nuri, Nanette, y Nina- limpios y
aseados.
Antes de la catástrofe, los días eran aburridos en Casa Ratón, y
terminaban siempre con una cena suculenta, que había tenido a la
señora Ratón atareada durante toda la tarde. El señor Ratón era
amante de la buena mesa.
Los niños admiraban sus bigotes y lo listísimo que era, cuando, con
aires de importancia, probaba la sopa y decía: “Flora, aquí falta un
poco de perejil picado, añadido en el último momento y un chorrito
de aceite de nuez”.
Después de la cena, el señor Ratón les contaba a los niños sus
aventuras de juventud. Las pirámides en las que nunca había
entrado el hombre pero que eran visitadas a diario por el señor
Ratón. Las bodegas de los barcos piratas, en las que el señor
Ratón había dado varias veces la vuelta al mundo. Y aquella vez en
la mezquita de Estambul. Y los primeros pasos por la luna
escondida en la bota del astronauta Armstrong. Y aquella historia
con el gato atigrado en la Opera de París.
No era que la señora Flora se aburriese. Ni mucho menos que
conociera ya todas las historias del señor Ratón (¡si cada noche
había una nueva!). Pero cuando se hacía tarde, tenía que
levantarse de puntillas y empezar a recoger la mesa. Y si se caía la
tapa de un puchero, el señor Ratón se interrumpía con aire
resignado, y los niños decían: “¡mamá, ten cuidado! ¡Está hablando
papá!”
El señor Ratón era presidente honorario de la OPEDRAM (Oficina
para el Desarme de las Ratoneras de Muelle). La Opedram era una
sociedad que no vendía nada, no compraba nada y no producía
nada. Y como los hombres habían inventado otras maneras para
acabar con los ratones y nadie usaba ya ratoneras a muelle,
desarmarlas no daba mucho trabajo.
Antes de la catástrofe, el señor Ratón salía todas las mañanas
hacía su oficina nerviosos y con prisas, porque decía que estaba
llegando tarde. (La oficina estaba en una madriguera del segundo
piso de la casa.) Y todas las tardes, antes de la catástrofe, volvía
cansado y preocupado. La señora Flora le preguntaba “¿Cómo va el
trabajo? y él respondía con un gruñido. La verdad era que el señor
Ratón estaba cansado. Quería tranquilidad, quería su periódico, sus
zapatillas, oír las noticias en la radio, quería orden, calma, los niños
quietos, un aperitivo, un cigarrillo. Y la cena.
Y la vida seguía en casa Ratón. Por la noche los niños soñaban en
las prodigiosas aventuras del señor Ratón, y se dormían pensando
“mi papá es un tipo estupendo”
Pero entonces se produjo la catástrofe. Lo inesperado. Lo indecible.
Toda el agua el mundo se metió en la madriguera. Se había roto
una tubería, y en unos segundos el hogar de la familia Ratón quedó
destruido y a la deriva. Se asustaron muchísimo. Pero ¿dónde
estaba papá? Papá estaba en la Opedram.
Y señora Flora tuvo que organizar solo el salvamento de los ocho
niños.
Una hora después se habían refugiado todos en el cajón de un
viejo armario arrinconado en el desván. Y aquella misma noche
habían improvisado unas camas para los niños y la sopa estaba
puesta al fuego.
El señor Ratón llegó muy tarde. Había encontrado la madriguera
inundada. Y había buscado a su familia por toda la casa. Se había
llevado un susto terrible. Le habían guardado un poco de sopa y se
la comió en silencia. Aquella noche nada de radio, nada de
periódico, nada de aperitivo y nada de zapatillas.
Y después la vida se volvió a organizar dentro del cajón. Pero todo
era distinto. Como no tenía pucheros, ni sartenes, ni olla a presión
ni espaguetis, la señora Flora se dedicó a explorar los alrededores
en busca de una nueva madriguera. Seguida de los niños, hacía
unas expediciones cada vez más largas. Después se aventuró a
salir del desván y siguió explorando la casa.
Eran aventuras de verdad. Encontraban perros y gatos, entraban y
salían de cestos y de cajas, subían y bajaban escaleras, descubrían
cartas viejas y juguetes rotos, comían y bebían lo que encontraban.
De regreso en el cajón, los niños comentaban excitadísimos las
aventuras de la jornada. Se estaban divirtiendo como nunca.
En un cesto lleno de juguetes habían encontrado una guitarra y la
llevaron al cajón. La señora Flora compró inmediatamente el
“Manual de guitarrista moderno” y en tres días Nuri y Nelly
aprendieron a tocar bastante bien la guitarra. Toby y Teddy
descubrieron que tenían buena voz. Y del cajón empezaron a salir
los ecos de conciertos y canciones.
A la vuelta de la Opedram, el señor Ratón encontraba a sus hijos
tan excitados que renunció a que se estuvieran quietos. Renunció
también a la radio, porque ahora, las canciones y la guitarra
sonaban fuerte, y renunció a las zapatillas, que se habían perdido
en la catástrofe. Pero no quería renunciar a la buena sopa. Y puso
manos a la obra.
Hizo pruebas y más pruebas, y tardó en conseguir que le saliera
como a la señora Flora. Pero, cuando lo logró, fue todo un éxito. Y a
partir de entonces el señor Ratón hablaba y no paraba sobre sus
proezas culinarias. Y los niños mayores movían sonriendo la
cabeza y murmuraban: ¡el bueno de papá, siempre con sus